domingo, 28 de junio de 2009

Breve arranque de indignación ante el golpe en Honduras

Nada justifica el golpe. Nada.

Ni el conflicto de poderes, ni las confrontaciones, ni los errores –humanos por demás- que hubieran podido cometerse en el ejercicio del poder.

Y nada lo justifica, por una sencilla razón: los militares ya tuvieron su turno y no nos dejaron más que sangre, tortura y dolor.

La motivación del levantamiento es la misma de antes: imponer forzosamente la voluntad de la élite ante los destellos de dignidad que de cuando en cuando asoman en nuestros pueblos.

Pero esta vez decimos basta. Decimos no más.

Esta es otra América. Este es otro mundo. No nos queda tiempo (ni deseos) de volver a jugar a los soldados.

Nos levantamos todos por uno, porque si cae uno, caemos todos.

Esta vez ellos, los portadores de fusil y billetera, no nos volverán a arrebatar el sueño
-ni la determinación-

de construir un nuevo continente.

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sábado, 21 de marzo de 2009

Notas de alegría y esperanza en El Salvador


En los pasados días tuve la oportunidad, inesperada por demás, de ir a El Salvador para presenciar las elecciones presidenciales. Gracias a la gestión de una amiga, logré acreditarme como observador electoral, de modo que pude sentir de cerca y hablar con todas las partes envueltas, al menos en el colegio Cristóbal Colón de San Salvador, que fue donde me tocó observar.

Un poco antes de las 5am, ya había que estar frente al colegio para acompañar a los funcionarios de mesa en el proceso de recogido de material electoral. Afuera del colegio, el ambiente era tenso. Con altavoz, un representante de ARENA –el partido de gobierno- gritaba “¡Patria sí… comunismo no!”, mientras que los del FMLN le respondían: “¡Un paso al frente.. con el Frente!”

Y realmente fue un paso al frente… un paso monumental en la historia de ése país. Tras una jornada que duró hasta las cinco de la tarde, y se caracterizó por una alta participación electoral, a eso de las 7pm empezaba a correr con fuerza la voz de un triunfo para los ex guerrilleros y su candidato, el periodista Mauricio Funes.

Era mucha la emoción en el ambiente, no solamente porque era la primera vez en la historia que la izquierda salvadoreña conquistaba el poder, sino porque ése triunfo señalaba el cierre de una etapa.

La derrota de ARENA, apologista de la represión y el asesinato perpetrado contra miles durante décadas, representa la primera gran reivindicación de todos y todas l@s salvadoreñ@s (y extranjeros) que –proponiéndoselo o no- dieron su sangre por un mañana más justo, incluyente y democrático.

El acto de celebración se dio ésa misma noche en la Plaza Más Ferrer de San Salvador, en el corazón mismo de la oligarquía salvadoreña. Un mar de banderas rojas llenaba cada espacio disponible. A mi lado, un hombre de unos 50 años hablaba para sí y para el que quisiera escucharle: “¡Que orgulloso me siento de ser del Frente!...pero no por mí, sino por mis compañeros caídos que no pueden estar aquí para ver ésta victoria…”. Y sonreía con ansiedad expectante, como el niño que recibe un juguete en navidad.

Tras unas dos horas de espera llegó Mauricio Funes, el nuevo presidente. Por primera vez se refirió al FMLN como “mi partido”, y anunció una nueva era en que la justicia social ocuparía un lugar predominante en la agenda de gobierno. Tras agradecer a todos los sectores extra- partido que le dieron su apoyo electoral, hizo una esperada alusión a la memoria en la figura de Oscar Arnulfo Romero, aquél arzobispo que en 1980 fue asesinado por atreverse a ordenar a los militares que en nombre de Dios, cesara la represión. Escucharle decir a Funes que su presidencia sería dedicada a Romero, y ver la respuesta entusiasta de la multitud, hizo recordar aquellas palabras proféticas del mártir: “si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”.

No son pocos los retos que le esperan al nuevo gobierno: administrar en medio de una crisis económica, subordinar la resistencia de parte del aparato castrense, lograr consenso dentro de la alianza multisectorial que se conformó para lograr el triunfo, y satisfacer –en la medida de lo posible- los reclamos justos de todos y todas los que fueron reprimidos por tantos años.

Sin embargo, una cosa es cierta, y es que éste triunfo histórico representa un parte aguas en la historia de El Salvador y América Latina. Es, además, prueba fehaciente de que cuando un pueblo se organiza, el cambio es posible. Paso a paso nuevos aires soplan en el continente, y no es poca la fuerza que victorias como ésta generan en otros pueblos que por momentos sienten desfallecer al no ver próxima la posibilidad de un mañana mejor.

Sin lugar a dudas habrá decepciones y frustraciones en el camino. El no anticiparlo y apostarle ciega y acríticamente al nuevo gobierno, sería ingenuo por demás. Lo que sí puede decirse sin temor a equivocación es que el cambio es motivo de fe y alegría. Porque digan lo que digan, el 15 de marzo los muertos sonrieron, los vivos lloraron de emoción y amaneció una nueva esperanza para el Pulgarcito de América.

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jueves, 29 de enero de 2009

Chanchos y política en Nicaragua


“Mirá hermano, la política está llena de chanchadas… y hay que hacer chanchadas para tomar el poder y cambiar las cosas….” Esa fue la conclusión de un amigo tras conversar un rato de cómo están las cosas hoy en Nicaragua, y debatir sobre lo que parecen métodos éticamente cuestionables de hacer política, especialmente cuando uno se autodenomina como de izquierda.

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